Uno de los retos más importantes de un fotógrafo es aprender a ver, educar la mirada y ser capaz de captar lo que otros no ven. Este es uno de los grandes obstáculos a enfrentar en algún momento de nuestras carreras. Pero ¿cómo aprendemos a ver? Tengo mi propia historia, y así fue como yo aprendí.

 

Todavía recuerdo el momento en que estaba en el taxi del aeropuerto internacional JFK a Manhattan, estaba emocionado de estar ahí, con mil preguntas dentro de mi cabeza por supuesto, las respuestas no estaban ahí, estaban en las calles de Nueva York y en la oficina de la agencia de fotografía VII Photo ubicada en Dumbo, Brooklyn, lugar donde estaba a punto de iniciar una pasantía fotográfica y tal vez una de mis más grandes lecciones en mi vida fotográfica.

 

Recuerdo el primer día de la pasantía en abril de 2008, caminar dentro de la galería - oficina de la galardonada agencia fue increíble, ver las fotografías impresas en las paredes fue fascinante, estar cerca de algunas de esas icónicas fotografías fue realmente impactante y motivador, fue un sentimiento poderoso. Cuando vi las impresiones me di cuenta de que eran obra de Alexandra Boulat, y también recordé que había fallecido apenas hace unos meses en octubre de 2007, el efecto y encuentro emocional de la impresión con el espectador nunca será sustituido por una imagen digital o cualquier otro formato. Porque como dicen por ahí; "Si no está impresa, no es fotografía"

 

Días después tendría la fortuna de estar en la inauguración de esta exposición haciendo memoria a la vida y legado fotográfico de Alexandra Boulat, co-fundadora de la agencia VII Photo.

 

No tenía idea de lo que iba a pasar durante la pasantía, pero muchas veces me visualicé construyendo un proyecto visual como parte de mi entrenamiento en la agencia, pero en realidad todo iba a ser completamente diferente.

 

Mi trabajo sería estar sentado entre seis y siete horas al día de lunes a viernes escribiendo los "pies de foto" o "captions" de las fotografías que los fotógrafos de la agencia ya fueran fotografías de proyectos pasados o fotografías de proyectos actuales. Estaba realmente confundido, pero a la vez contento de ver todo el trabajo de todos estos fotógrafos y fotógrafas. No podía creer que estaba escribiendo las "captions" para James Nachtwey, Ron Haviv, John Stanmeyer, Stephanie Sinclair, Lyndsay Addario, Franco Pegetti, Gary Knight, Christopher Morris y todos los fotógrafos de VII.

 

En cuanto entrabas a la agencia lo primero que veías era la mesa de recepción donde alguno de nosotros los practicantes que éramos tres, daríamos la bienvenida a los visitantes, una vez caminaras a través de toda la galería llegarías a otra puerta donde las oficinas se encontraban. En lo personal me gustaba más estar en la recepción, ya que el espacio era grande, luminoso y podía trabajar escribiendo las captions sin sentirme encerrado, la recepción se convirtió en mi escritorio por el resto de mi pasantía.

 

Me sentí afortunado de estar al mismo tiempo cuando Stephen Mayes se convirtió en nuevo director de la agencia, es una de las personas más amables e inteligentes que he conocido, siempre estuvo al tanto con cada uno de nosotros, enseñándonos y escuchando nuestras ideas, metas y sueños, fue Stephen el que me tranquilizó y me dijo que fuera paciente, me dijo "sólo haz tu trabajo, sigue viendo, escribiendo y te aseguro que vas a ser un fotógrafo diferente después de la pasantía", continuó hablando y me dijo "sabes, mañana trae tu cámara, aquí la vamos a guardar por los siguientes 8 semanas, tienes prohibido tomar una sola fotografía". Y así fue, tenía que confiar en que esto de estar escribiendo tuviera un efecto positivo en algún momento, pero para ser honestos, gran parte de mi pensaba que estaba haciendo el trabajo que nadie quería hacer.

 

Semana tras semana me fui involucrando más con las actividades de la agencia, y un buen día me dijeron que iba a recibir unos correos electrónicos de editores de fotografía de diferentes revistas como Time, Newsweek entre otras, buscando historias o fotografías en particular, y que iba a tener editar y enviar una selección de fotografías hecha por mí a los editores como una propuesta visual para su publicación. Desde ese momento supe que se trataba de un trabajo serio, y realmente quería asegurarme de que lo haría correctamente o al menos lo mejor posible.

 

Después de muchas semanas de escribir las captions, ya podía reconocer todos los diferentes estilos de todos los fotógrafos, sabía quién era el fotógrafo antes de ver el nombre, por alguna extraña razón eso me gustaba, era como si pudiera ver inmediatamente al fotógrafo o fotógrafa acercándose para tomar esa imagen, podía imaginar el lente que estaba usando y a que distancia estaba fotografiando. Podía reconocer también quien era el autor con sólo ver la paleta de colores, o la escala de grises que tenía esa fotografía, pero particularmente sabía de quien era esa fotografía por la estructura visual, que para ser honestos muchas veces no entendía por qué muchas de las fotografías eran buenas.

 

Un día pasó por la agencia el gran Franco Pagetti, uno de los  fundadores de la agencia, me sorprendió mucho, ya que él vive en Italia pero estaba de visita  en Nueva York, una de mis grandes dudas era la forma en que estos fotógrafos construían sus fotografías, como componían y esta sería una oportunidad única para preguntarle a Franco Pagetti, así que comenzamos a mirar algunas fotos y él me explicó de manera perfecta cómo llenar el encuadre, cómo empoderar al sujeto con el contexto y utilizar el centro del encuadre con espacios negativos y hacer el centro mi punto áureo más importante.  Me impresionó tanto que durante las próximas semanas estuve leyendo más rápido y mejor las imágenes mientras escribía los pies de foto, analizaba cada imagen y aprendía día tras día.

 

Entendí que la información te hace mejor fotógrafo, porque nos dice dónde pararnos y cuándo presionar el obturador. Noté que cada uno de estos fotógrafos no estaba cazando imágenes, estaban desarrollaban conceptos visuales narrativos para contar historias y empoderar esas fotografías con texto. Me estaba acercando al punto de entender por qué es tan diferente ver buenas fotografías, que el ver un gran cuerpo de trabajo que profundice en un tema, una historia.

 

A los pocos días Stephen el director de la agencia me dijo que buscara mi cámara que había estado guardada en la agencia y que saliera a las calles a tomar fotografías por una semana, me dijo que no era necesario contar una historia ni abordar un tema, que simplemente saliera a buscar al "Alma de Nueva York" con mi cámara.

Decidí comprar una nueva cámara y aprovechar esta oportunidad para fotografiar la ciudad, conocí a algunos fotógrafos que al igual que yo buscaban inspiración y oportunidades para sus carreras y juntos salíamos a hacer fotos de noche, de día, de madrugada y muchas veces a las estaciones de metro, no nos cansábamos de hacerlo.

 

Eran tantas las fotografías que estábamos tomando que no tenía tiempo de llegar a casa y descargarlas para revisarlas, parecía que lo único que quería era sentirme detrás de la cámara y sentir como el mundo se reduce a un rectángulo donde captas la luz que se refleja de la realidad, pero como si fuera magia o algún hechizo, inmediatamente sentí que era otro fotógrafo, estaba prestando atención a cosas que antes no hacía, mis ojos veían distinto por más ridículo que suene.

        

Era otro fotógrafo, todo era diferente y nuevo, hacía todo sin pensar, se sentía como una nueva forma de procesar la información, algo muy orgánico.

Después de estar fotografiando la ciudad comencé a revisar las fotografías que había tomado, cuando las vi no podía creerlo, esas no parecían fotos tomadas por mí, parecían de otra persona. Estas fotografías fueron el comienzo de un nuevo yo en mi carrera.

 

              

 

Entendí que la fotografía parte del conocimiento, porque lo que mejor conocemos es lo que mejor sabremos fotografiar, porque al final parte de nuestro trabajo es llevar a nuestros espectadores a mundos que no conocen a profundidad. Así aprendí a ver, y a ser testigo de mi propio camino; donde al final, nuestra misión más allá de hacer buenas fotografías es hacer fotografías para generar memoria, para dar significado al tiempo, es hacer fotografías del mundo exterior para después mirar hacia nuestro interior.

 

Stephen me pidió que llevara una selección de las fotografías que había hecho porque las querían ver, entonces conectaron un proyector y empezaron a ver las fotografías, una por una las fueron pasando sin decir una sola palabra, y yo también estaba helado sin saber cuál sería su análisis, a mí me gustaba lo que veía, pero tal vez para ellos sería todo lo contrario. Pasaron así un par de minutos más, cuando por fin David y Alina comentaron que varias fotografías se parecían o tenían las estructura de algunos de los fotógrafos de la agencia, Stephen comentó lo mismo y en ese momento me dijo "¿Te diste cuenta lo que hicimos? Teníamos que educar tus ojos para que aprendieras a ver mejor, ya empezaste a ver como ellos y créeme, no se te va a olvidar".

 

Obviamente estaba impresionado, digo, ya había notado ese cambio en las fotografías, pero con ese comentario entendí que de nada hubiera servido salir a tomar fotografías sin primero haber tenido esa educación visual. Se derrumbaron muchas teorías acerca de cómo ser un mejor fotógrafo, siempre había pensado que si no salía con la cámara todos los días a practicar nunca iba a mejorar, y estaba completamente equivocado, esta lección me estaba diciendo que importa mucho donde eduquemos nuestros ojos, desde ese día seguí viendo fotografías todos los días, y hasta la fecha 15 años después de mi internado en la agencia VII Photo lo sigo haciendo.

 

Al final de mi internado caminaba con James Nachtwey, una leyenda viviente de la fotografía documental y él me dijo "los mejores maestros son los libros de fotografía, todos pueden publicar en internet, pero muy pocos tienen un libro o varios publicados".

 

Así fue como aprendí a ver, tal vez sea tu momento de bajar un poco la cámara y ver fotografías todos los días, para que cuando vuelvas a prenderla y acercarla a tu ojo, tengas claridad de donde pararte y por qué, y sientas esa magia que yo sentí al descubrir que era un nuevo y mejor fotógrafo documental por el simple hecho de no hacer, pero ver fotografías…

 

Al término de mi pasantía y unos meses después de mi regreso a México, en el 2009 Canon Mexicana me hizo la invitación para ser Embajador, donde hasta la fecha y 14 años después sigo contando historias con ellos y mi cómplice que se llama EOS R5.