Recientemente platicaba con un colega que argumentaba que estamos viviendo la era dorada de la fotografía, sin embargo, en mi entendimiento del proceso fotográfico no podía coincidir con él por lo que veo a mi alrededor -lo cual sería tema para otro artículo-, pero definitivamente creo que estamos viviendo la era dorada de la imagen.

 

La diferencia entre una y otra, en mi opinión, tiene que ver justo con este proceso fotográfico y es justo de lo que quiero hablar en este artículo.

 

Yo aprendí fotografía en una época donde este proceso era mágico, empezando por seleccionar el tipo de película, no sólo que ISO sino que marca, pues cada película tenía sus cualidades de tonalidad. Algunas más cálidas, otras con mayor saturación a los verdes, etc.

 

Obviamente había la limitación del número de fotos que podías hacer. Cada rollo tenía 36 fotos, así es que había que pensar, medir y encuadrar con mucha más atención.

 

En principio la tecnología digital no tendría por qué ser diferente, pero lo es. Hoy se hacen miles de fotos cuando antes se hacían quizá 100.

 

No digo que esto esté mal, pero sí creo que el proceso fotográfico ha cambiado a tal punto que hoy lo único que importa es el resultado.

 

Y quiero ser claro, lograr una gran foto es genial incluso cuando se logra en la computadora. Al final la fotografía es un proceso creativo personal. Cada uno encontramos nuestro espacio de comunicación visual.

 

Sin embargo, quiero hablar de la squeda de “esa” fotografía. De la exploración, de la aventura y de la satisfacción de trabajar para lograr una gran fotografía que sea admirada por lo que significa.

 

En mi experiencia de 28 años diría que las fotografías más hermosas te las encuentras en el camino y quizá por ello son realmente especiales.

 

Pero la gran mayoría de las fotos que hacemos son lo que son. Las hacemos, aunque no tengamos la luz deseada o el momento que nos llamó la atención y que por una décima de segundo no capturamos.

 

 

Para ilustrar mi punto voy a usar este proyecto de fotografiar ballenas en la bahía de Tenacatita.

 

Como es normal, salí al mar con una idea en mi mente sobre lo que esperaba. Hoy es imposible no tener referencias visuales. Con las redes tenemos disponibles miles de fotografías sobre cualquier tema y fotos de ballenas no es la excepción.

 

Pero entonces tenemos que enfrentar la realidad. El barco no sale al amanecer sino a las 9 de la mañana y en la costa eso significa estar al borde de la luz más dura del día. Normalmente hay que navegar un tiempo antes de ver ballenas.

 

En mi caso, cerca de las 10:00am vimos ballena a la distancia, así que el capitán disminuyó la velocidad de navegación. Mi atención estaba a unos 300 metros del bote cuando de pronto una enorme cola de ballena salió a unos 15 metros. Alcancé a tomar un par de fotografías, pero había perdido el momento.

 

Hay que aclarar que ver ballenas a la distancia no significa que estarán esperando. Ese día no tuvimos más suerte.

 

Entonces quedé frente a la realidad. Había invertido tiempo y dinero en ir a buscar esa increíble fotografía y no la había logrado.

 

Aquí hay varias opciones. Aceptarlo y seguir adelante. Sentarte en la computadora y modificar la foto para lograr un resultado como el que había imaginado o intentarlo de nuevo.

 

En este caso hay que tener en cuenta que subirte a un bote siempre tendrá un costo y aunque en estos momentos yo estoy haciendo una residencia en la costa de Jalisco no quiere decir que me subo a los botes de manera gratuita. Por lo que tuve que encontrar la manera de hacerlo. La verdad no fue fácil pero después de muchas preguntas encontré al capitán Ricardo quien estaba interesado en tomar fotos de las ballenas así es que lo ayudé a escoger una cámara y le enseñé a usarla a cambio de poder navegar en su bote cuando mi trabajo lo permitiera.

 

Así logré una segunda salida al amanecer en la que podía hacer esa foto que imaginaba. ¡La luz sería perfecta y eso siempre es una oportunidad!

 

Ese día salimos muy temprano y vimos ballenas a la distancia. La luz era mucho más interesante que en mi anterior salida. Sin embargo, nunca logramos estar a menos de 50 o 60 metros de las ballenas.

 

Las fotos que hice me gustaron, pero no estaba satisfecho, pero la naturaleza es así. No hay garantía, los animales hacen lo que hacen y eso no siempre es lo que nos gustaría, pero es así.

 

Entonces pasó lo que pasa cuando pones tu atención a un tema, lo empiezas a ver por todos lados. Frecuentemente escuchaba que el día anterior una ballena había estado muy cerca del bote o que dos ballenas habían saltado y veía fotos y videos de interacciones increíbles que superan por mucho mi experiencia. ¡No lo podía creer!

 

Viendo esos videos era difícil decir… “Aquí lo dejo”. Pues somos así, siempre queremos más.

 

En los siguientes días logré subirme un par de veces al bote, pero no tuvimos suerte. La verdad no es fácil hacer buenas fotos de ballenas. Definitivamente hay que tener mucha suerte.

 

Pero dicen que el que busca encuentra y un día estando en la playa el alboroto de la gente me hizo saber que una ballena con su cachalote estaba a menos de un kilómetro de la playa y no parecía tener prisa de irse.

 

Yo vivo cerca, así es que corrí por el drone y logré encontrarla. Después de 5 intentos en el bote, había logrado una foto que me gustaba en el día menos esperado. Tampoco era lo que había imaginado, pero me gustaba.

 

Originalmente quería hacer fotos bajo el agua, pero no tenía mi housing completo ni para las fotos de las ballenas saltando; no estuve ni cerca de ver algo como los videos que vi de los botes locales.

 

La temporada de ballenas en México estaba llegando a su fin y los botes salen cada vez menos. Las ballenas se van al norte y si todo sale bien regresarán el próximo año.

 

Aunque no logré las fotos que había imaginado tenía algunas que me habían gustado y aprendí mucho sobre el tema.

 

Tres semanas después se empezó a escuchar que una ballena seguía en la bahía y que su actividad era intensa. Al parecer una ballena sola, lo cual es poco común.

 

En esos días recibí un mensaje del capitán Ricardo para decirme que tenía una salida para ver el atardecer. No necesariamente para ver ballenas, pero había la posibilidad de encontrar a la ballena.

 

La cita era 4:30pm. El cliente estaba ahí y había tensión. Algo pasó y sin hacer preguntas entendí que no podría salir en ese bote. Estaba a punto de regresar cuando Ricardo me dijo que me esperara lo más seguro es que habría otro bote a las 5:30pm.

 

Finalmente salimos a navegar. El mar estaba tranquilo y eso no es tan común en las tardes, así es que eran buenas condiciones para ver ballenas.

 

Después de las diferentes salidas que hice estaba realmente preparado en caso de un acercamiento repentino. Como dije había aprendido como buscar ballenas y como adelantarnos a su camino.

 

De pronto a unos 200 metros del barco la ballena juvenil salió del agua en un impresionante espectáculo. Uno y tras otro la ballena salía del agua dejándose caer con gran fuerza.

 

El barco debe disminuir su velocidad así es que esos minutos de acercamiento son eternos pues, aunque la ballena seguía saltando ya había pasado que al aproximarnos se sumergían.

 

Y así fue, al llegar a la zona la ballena había bajado y una vez más había esa emoción mezclada con frustración. Claro que estas contento, has sido testigo de un espectáculo de la naturaleza realmente increíble, pero siempre hay esa parte que, como dije, quiere más.

 

De pronto, una ballena de unos 15 metros de largo salió del agua justo frente al bote. Mi reacción fue inmediata, pero en la toma estaban los rieles del bote. El capitán lo sabía, volvería a saltar así es que me preguntó en que posición estaba mejor la luz para girar el bote.

 

Lo que siguió fue uno de los momentos más emocionantes que he vivo en el mar. La ballena saltó una tras otra vez a unos 20 metros de nosotros. Su energía parecía no tener fin. La luz era buena y la posición del barco también.

 

 

Finalmente, después de dos meses de intentarlo había logrado ver y fotografiar una ballena como había imaginado.

 

Para mi este es el proceso fotográfico que me ha mantenido motivado por 28 años de carrera profesional. Ese compromiso y pasión por salir con la cámara en busca de la mejor foto que pueda hacer. Todas las aventuras vividas en este proceso son algo que, en mi opinión, ningún programa de edición podrá reemplazar.